Aunque Rusia sólo concentra el 3% de todas las exportaciones de la región, ya se erige en el tercer cliente comercial tras la UE y EE.UU, y en un mercado estratégico sobre el que han cimentado su recuperación sectores tan significativos como el del azulejo, el mueble o el turismo. Su importancia es tal que la facturación obtenida por las ventas a este país alcanzaron los 606 millones de euros en 2012, según las estadísticas del Gobierno autonómico.

Los últimos movimientos del Kremlin no han hecho sino elevar aún más el nivel de incertidumbre económica que sacude el país y que se ha plasmado en una contracción de las importaciones y del negocio ruso en el exterior. Este efecto adverso también lastra a la Comunidad, que en 2012 se convirtió en la segunda región que más inversiones captó, concentrando el 27% del total nacional, con un volumen próximo a los 11.000 millones de euros.

El nuevo escenario apunta a un cambio de perspectiva, que mas allá del veto a las carnes, lácteos y productos hortifrúcticolas , reduce las opciones de negocio de otros muchos sectores del tejido productivo valenciano. De hecho, todo indica que los exportadores no cumplirán las previsiones de venta en este país. Las tensiones geopolíticas no fomentan precisamente las relaciones comerciales entre sus actores. Más bien todo lo contrario.

En el mueble, que se ha encomendado a la exportación para superar la actual coyuntura económica, el temor es palpable. «En la Comunidad Valenciana las ventas de mueble clásico hacia Rusia y sus países satélites es muy importante», explica el presidente de la Federación Española de Empresas del Hábitat, Federhábitat, el valenciano José Blasco.

La dependencia hacia el mercado ruso es mayor en el estilo clásico, el preferido por las elites de este país y por quienes hicieron fortuna tras la desaparición de la URSS. «Hay mucha preocupación. Algunas de las grandes marcas del sector dirigen entre 70 y el 80% de su producción a estos países», confirma el dirigente sectorial. No es para menos dado que Rusia, después de Francia, es la nación que adquiere más mueble valenciano, con 26 millones en 2012. Canella, Picó o Genoveva son algunas de las firmas más representativas de este producto de gama alta.

Tras años de crecimiento ininterrumpido, las exportaciones comenzaron a dar síntomas de debilidad en el segundo trimestre del año. Las estadísticas Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX) ya reflejan un leve descenso de enero a mayo: 18 millones en ventas, dos menos que hace un año.

El sector azulejero es, sin embargo, el más expuesto. Si se suma el área de pigmentos y esmaltes, la facturación sobrepasó los 230 millones en 2013 (un 32% de todo lo exportado a Rusia). Pero desde que estallara la crisis de Ucrania, las ventas han comenzado a caer.

La tensión internacional no es la única causa que explica esta contracción en las importaciones. En los primeros meses del año, el rublo se devaluó cerca de un 30%, lo que ha perjudicado seriamente a los productos europeos y estadounidenses, ahora más costosos y menos competitivos que los de los países emergentes.

Los automóviles, con más de 55 millones en 2012; las máquinas mecánicas y el calzado (ambos con 28 millones); el material eléctrico; las manufacturas de piedra y los plásticos completan la nómina de sectores industriales que más exportan a Rusia y que podrían verse afectados por este cambio de rumbo en la política comercial del Kremlin.

Si el campo y la industria han comenzado a sufrir ya los efectos negativos, el turismo tampoco es una excepción. Aunque continúan llegando visitantes de esta nacionalidad, ya no lo hacen al mismo ritmo. Lejos del 44% de incremento constatado al término del pasado ejercicio y de la previsión para éste (un 30% más), el trasvase de ciudadanos rusos a la Comunidad se ha ralentizado. O incluso estancado. Y es que según las últimas cifras en disposición de la Conselleria, en julio tan sólo ha crecido un 1,8%.

Fuente: El Mundo