Vivir entre viñas y pinos centenarios. En este espacio se enmarca la vivienda diseñada por el estudio de arquitectura Paco Galiñanes en Cambados (Pontevedra). Una vivienda diseñada y edificada a partir de materiales tradicionales de la zona de Galicia a partir de una estética modernista que se integra perfectamente en el paisaje, llevando al visitante en una suave transición desde los viñedos circundantes al macizo de pinos mansos que es icónico de la zona, el cual está protegido por la Consellería gallega de Cultura.

Así, la vivienda se convierte en un elemento más, integrado en su entorno, con una parcela de 3000 metros cuadrados que permitió desarrollar la casa en una única planta que se extiende horizontalmente en el espacio y del uso de materiales muy ligados con la naturaleza y con la artesanía autóctonas: piedra, madera, acero cortén y el enfoscado blanco.

“Queríamos que la vivienda se fusionara con el entorno a través del diseño y del uso preciso de los materiales. El acero cortén, con una tonalidad marrón, enlaza con la corteza de los pinos de fondo, mientras que la piedra emplea técnicas ancestrales como es la mampostería a hueso, cuya técnica ha sido catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2019, y en cuyo proceso se va dando forma a cada pieza para que encaje con el resto. Así, la piedra y el acero como materiales más robustos constituyen la zona de la casa en contacto con el terreno, en contraste con la ligereza de los paños enfoscados de las cubiertas que evocan a los paramentos encalados de las viviendas tradicionales en Galicia”, explica el arquitecto Paco Galiñanes.

Ese deseo de que Entreviñedos fuera un elemento integrado en el paisaje se tradujo en una vivienda de una sola planta de 400 metros cuadrados, pero de una diversidad volumétrica en el que las estancias se encuentran diferenciadas. La apertura de patios interiores, dentro de estos volúmenes, ha contribuido a reforzar la conexión de la vivienda con el exterior a través de la vegetación, creando incluso jardineras sobre los muros, para mimetizar el proyecto con el paisaje.

La distribución del hogar se organiza en torno al salón, y de manera lineal, despliega la cocina, el estudio y la habitación principal. De modo que estas estancias conectan visualmente, a través de una fachada de vidrio de 32 metros de longitud, con el macizo de pinos centenarios, referencia del entorno. En la zona de los porches exteriores se han dispuesto celosías que filtran la luz, enriqueciendo el ambiente del interior.

Para las zonas pavimentadas del exterior se empleó adoquín de granito, combinándose tres tipos de piedra: silvestre, albero y moreno, con el objetivo de conseguir un aspecto más natural en su acabado.

En el interior, la vivienda se resuelve con la utilización de pocos materiales en busca de una mayor sencillez y armonía. Destaca la calidez y el tacto de la madera, que se extiende desde el mobiliario a los revestimientos, pasando por los techos de las habitaciones y el salón que, además, constituyen un elemento estructural de la vivienda.

“El salón se concibió como el corazón del hogar – indica Paco Galiñanes – situado entre la zona de día y la zona de noche, es el elemento que focaliza y ordena los recorridos de la vivienda”.

Como es habitual en los trabajos de este estudio, el proyecto de iluminación y la mayor parte de las piezas del mobiliario llevan su firma, desde el mueble de la chimenea a los cabeceros de las camas, el sofá y la cocina. Este diseño a medida se ha traslado también a los baños con el mobiliario.

“Otra de las peculiaridades de Entreviñedos – comenta el arquitecto - es el tratamiento que le hemos dado al acceso por el garaje, como si este fuese un recibidor más, ya que la mayoría de las veces es la estancia que da la bienvenida al recién llegado. Por ello se ha cuidado su diseño y todos sus acabados, incluyendo la apertura de un hueco que permite una conexión visual con el interior de la vivienda.”